miércoles, 24 de marzo de 2010

Sueño de uno

Cruzamos la calle y encontramos al lugar. Comemos shaguarma, falafe, crema de ajonjolí, de berenjena, de garbanzo. Veo la salsa en las comisuras de tus labios y la lamo, la bebo. Quien fuera un sufí, me digo, quien con solo entonar palabras pudiera traerte y llevarte. Hacerte una casa adentro, arrellanarme entre tus costillas. Entrar en tu garganta y curarla de toda ronquera. Tomar tus hombros y espaldas y frotarlas para relajarlo todo. Ser tu alimento y llenarte de proteínas. Sueño todo esto y lo acometo cada día, haciendo realidades del sueño y viceversa.
Bebo cervezas contigo mientras llegan tus amigos. Te escucho contar tus historias, esas que deberían estar en papeles para ser leídas, mientras veo tus cabellos libres bailar con el viento que ha vuelto a la ciudad. Llegan los amigos, vamos a otro sitio. Y te veo convertirte en tus cabellos, te veo bailar y bailar sin frenos, sin aspavientos, sin verguenzas. Te veo hacer de tu vida tu propio sueño.
Duermes ahora, y seguirás durmiendo y solo pienso en habitar en ellos. Te veo vestida, te arreglas, salimos, conversamos, tomamos, reímos y llega la noche en donde pueda hacer de tu cuerpo tibio mi lugar, mi casa a donde volver siempre, el lugar en donde vivo. Te duermo entre mis brazos, caliente contra mi pecho.
Y en tus sueños vivo, he hecho también casa. Somos, al final de cada sueño y en su principio, uno solo haciendo realidad, contigo y conmigo. Uno.

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