jueves, 16 de junio de 2011

Otras busconianas

Que difícil es para muchos entender que lo único que deseas hacer esta tarde, o esta noche, o este fin de semana es leer. Sí, leer. Zambullirte en 3 o 4 libros, paladearlos, disfrutarlos, recorrerlos. Aprender. Llenarte del placer de la lectura. No, no es posible que lo entiendan. Incluso hay lectores que no lo entienden. Que ladillado eres, se les escucha decir. Vamos a hacer algo vale, como si leer fuera no hacer nada. La gente tiene un miedo espantoso de estar consigo misma. Huye a los centros comerciales. Se escapa gastando, consumiendo. No todo es leer, pero tiene su momento y debe respetarse. Esta tarde voy a leer El último encuentro de Sandor Marai, De la seducción de Jean Baudrillard y una biografía sobre Ricardo Zuloaga.

Por favor, no me jodan.



- Paradójicamente, en una librería no hay mucho tiempo para leer. En una librería se trabaja: se atiende gente, se ingresan y devuelven libros, se compran y se venden, se alfabetizan los estantes, se limpian los mesones, se cambian las vitrinas. La lectura se hace de noche, al salir de ella, con uno o dos libros para hojearlos y ver que tal. Si te atrapan, se leen, sino se devuelven. De vez en cuando hay un espacio de silencio, de soledad en la librería. Uno se da cuenta. Tomas el libro, lo abres y empiezas a leer. En las cornetas, suenan unos fados. Te hundes en el libro. Te abandonas. Como el esclavo invitado a las habitaciones de su dueña.





- Me gustan mucho las ediciones hechas en Venezuela en los sesentas. Todo el arte participaba. Las portadas son de Cruz Diez, de Mateo Manaure, de la Nena Palacios. El corte de los libros, su forma es excelente. No continúa mucho eso. Solo Sotillo y su combo.



- Continuidades: El archivo del General Miranda, editado en Venezuela y continuado en La Habana. La política no detiene a las letras y lo sabe. Por eso revienta imprentas y escritores continuamente.



- Siento un enorme respeto por O´Leary. 34 tomos de memorias, apuntes, diarios. Un muchacho irlandés llegado a estas costas y termina siendo el asistente, secretario de Bolívar. El que se dedica a observar y escribir y en sus ratos libres combate. El que fue criticado por extranjero, aquí y en su patria. Es de las figuras más contemporáneas que tenemos en nuestra historia literaria.



- ¿qué es la venezolanidad? Siento que lo descubrí leyendo un libro de Viajes de Manuel Díaz Rodríguez a Italia a finales del XIX. Visité este año y el anterior casi las mismas ciudades. Los comentarios e impresiones los compartí al calco. Ese sentido solar hacia las cosas. Ese afán de entender y penetrar. Ese amor por la belleza. Entender, como Borges, que podemos aspirar a todas las tradiciones.



- Creo que pocos leen a Briceño Iragorry hoy. Un tipo muy españoleto, le escuché a alguno uno vez. Muy equivocado. Briceño nos mostró nuestra herencia hispana, herencia borrada del mapa por nuestros gobernantes durante un siglo, porque ellos eran el enemigo que combatimos. Si bien Briceño despotricó de la música que llegaba del Caribe a nuestras costas (merengues, con Billo al mando, por ejemplo), nos enseñó algo inmenso: qué de Gracilaso, de Fray Luis, de San Juan podemos tener. Y si tienen dudas, lean a los poetas contemporáneos de nuestro país: Palomares, Patricia Guzmán, otros. Está en el subsuelo de nuestra memoria, latente, como alguna casa vieja que aún quede en Altagracia o en el centro de San Cristóbal. Briceño Iragorry y su obra son las campanas de catedral que siempre escuchas, que están ahí, aunque no vayas a la misa.



- Esa labor casi titánica que fue El Cojo Ilustrado, esa labor a la que le prestamos tan poca atención.



- Recojamos firmas para la reedición de El Morrocoy Azul y el Sádico Ilustrado. ¿No hay valientes?



- Digan lo que digan yo lo apoyo: Nación y Literatura es un trabajo serio que hay que leer. No están todas las respuestas. Pero invita a continuar leyendo nuestra literatura desde perspectivas inimaginadas.



- Denuncio el absurdo recurrente de no reedictar la edición agotada de un libro. Si se agotó lo leyeron y le aseguro que lo quieren seguir leyendo. La inversión es esa: que lo sigan leyendo



- Grandes intelectuales apoyaron a Gómez. ¿dónde están los que apoyan a este gobierno, y si los hay, porque nunca aparecen, no publican, no están presentes?



- Iniciativa que lamento terminó (o se postergó) El Puente. Era un llamado a pensar mucho el país. Necesitamos una publicación así, y continuada.



- Extraño Verbigracia, el suplemento de El Universal. ¿ustedes no?



- Los poetas en Venezuela tienen la paciencia del toro y la memoria del elefante. Siempre escriben, siempre publican, siempre recitan. Saben que entre dos hacen quórum para leer un poema.



- Hay un boom de la narrativa en el país, pero esencialmente el cuento, tradición permanente en Latinoamérica. Es bienvenido, creo que es el género que más triunfos seguirá dando en el futuro: corto, conciso, se gana por nockout. Pero aún así, y a pesar de que comparto mucho la visión de Garmendia, extraño la novela. Necesitamos la novela en estos momentos. Los noventa vimos como las mujeres abordaron la memoria particular y colectiva a través de ella. Necesitamos novelas, algo ambicioso, bajo el signo de Bolaño, para leernos más. El Falke dio el primer golpe de la pelea. Necesitamos más



- Limpio y arreglo mi biblioteca: cuántos libros obsequiados, comprados. Tantas fotos, tarjetas, dedicatorias. Cuanta amistad alrededor de los libros encuentro.



- Existe, claro está, quien roba los libros. Si lo hace un estudiante, un muchacho, pues que se hace, pero en Venezuela existe una mafia de robalibros muy peligrosa, que han llegado a amenazar gente en grandes grupos editoriales. Una mafia del libro. Uno no deja de sorprenderse. Me recuerda un relato de Felipe Marquez Brandt en donde un grupo comando toma un librería y sucede que son unos eruditos que buscan lo mejor que hay. Por mi parte, sueño con hacer una operación comando en la casa de Manuel Caballero, quien, según el mismo Salvador Garmendia, tiene la primera edición de su primer libro. Uno se frota las manos….



- Una iniciativa como la del Camaleón, aquel semanario de El Nacional, lleno de humor y donde no quedaba títere con cabeza, ni del gobierno ni de la oposición. ¿Tan imposible es que vuelva?

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