lunes, 26 de octubre de 2009

Cántaro

Bebo de esa copa tersa que se hace entre finales y comienzos de tu espalda.
Tomo tus sudores y lluvias y los sirvo en el cántaro curvo en que te bebo a ti, cáliz mío, vaso del deseo.
Cierras los ojos, abres los labios, escucho tus jadeos.

Durazno

Tengo un durazno entre mis manos, del que me alimento cada día.
Nadie lo conoce porque nunca lo había nombrado.
Lo he designado con palabra dulce.
Me acuesto de lado, lo tomo, lo voy mordiendo mientras se hace agua en mi boca y aparta toda hambre o sed de mis labios y mi cuerpo.
Es almohada en donde envuelvo cada sueño que voy armando.
Suave, terso, redondo.
Magnífico lugar en donde rezo.