sábado, 22 de mayo de 2010

de "Campeones", de Guillermo Meneses

Sobre el barrio mísero donde vivía Luciano-calles pendientes y rotas, casas destrozadas, acre olor de pobreza,- sobre todo el caserío, sobre toda la costa guaireña, se extendió el domingo un cielo profundo, azul, sin mancha de nube. Luciano miró varias veces hacia arriba por si había asomos de lluvia, pero no: sólo cielo puro y profundo, enorme cielo de trópico radiante, fabricó el mundo para el primer encuentro de Teodoro Guillén.
Convencido de que el día iba a ser firme de sol y luz, Lucianito Guánchez salió de su casa, caminó la carretera blanca y siguió hacia el campo del "Nueva York". Ya había mucha gente cuando llegó: desde Caraballeda, desde Catia la Mar, habían venido los delgados campesinos, oscuros y fuertes, los pescadores rojizos y potentes para mirar la lucha entre el "Nueva York" de Maiquetía y el "Indio Bravo" de la Guaira; allí estaban, junto a los caleteros del puerto, junto a los pulperos y empleadillos pobres de la aduana o de la Corporación.
En todos los grupos se hablaba del pitcher nuevo y los hombres lo señalaban con el dedo.
- Sí. Es aquel.
- Sí. Se llama Teodoro Guillén.
Luciano, sumergido en un grupo de charlatanes reidores, bostezaba nervioso, sintiendo en el estómago el peso de una desazón corporal, que le producían sus anhelantes e imprecisos sentimientos. Por fin, ya no pudo pensar más: los jugadores ya estaban en sus puestos mientras, lentamente-se le notaba la emoción en cada movimiento de su caminar despacioso- Teodoro Guillén, pitcher novato, iba a tomar posesión del lugar que le correspondía.
Del público salían silbidos, gritos y aplausos, pero cuando el muchacho se encogió para lanzar se hizo un silencio grueso. Teodoro lanzó: tras del bateador contrario estaba Negro Julio en persona, que no tocó la pelota, porque el bate amarillo de aquel muchacho del "Indio Bravo"- bate amarillo como la faja con que azotaba su padre a Teodoro cuando pequeño- devolvió la bola reciamente. Teodoro se volvió miedoso. Allá sobre la hierba corría Cardozo buscando atrapar la pelota que se aflechaba en el aire; sí, ya se detenía junto a la palizada el buen Cardozo; sí, ya caía en su guante la pelota bateada. Teodoro suspiró: uno menos, pero ya estaba el siguiente bateador frente a él, y Negro Julio le hacía señas. Era un buen jugador el contrario, sabía batear bonito en las prácticas. A ése había que lanzarle recio y curveado. Negro Julio le hacía señas. Sí, Teodoro debía lanzar un pelotazo, que se desviara repentinamente para engañar al bateador. Sí, ese pelotazo era lo que indicaban las señas de Negro Julio. Sí, debía coger la pelota y lanzar muy bien pero ¡qué débilmente había salido la mancha redonda!¡Claro que se la habían bateado! La pelota estaba pequeñita tan arriba como había subido; era como si se hubiera hundido en el cielo; quizá pasaría las cercas. ¿No la iba a agarrar José Luis allá en el fondo? Sí. Ya estaba la pelota en el guante del compañero y otro jugador contrario había terminado su papel. Pero ¡qué tontería! hay que pensar en el juego.Negro Julio está bravo; se ha acercado él mismo a poner la pelota en las manos de Teodoro.
- ¿Qué fue?- ha dicho- ¿vas a pitchar duro o no?
Y Teodoro también se ha enfurecido consigo mismo. Están aplaudiendo a José Luis; él, en cambio, no les está gustando a las gentes. Hay que jugar poniendo en las manos la fuerza y la inteligencia. Sí, señor.
Teodoro se sintió tranquilo repentinamente. Sintió en sus manos un poder maravilloso que asombraba. Encogiéndose un poco antes de lanzar, con un gesto de estatua que supiera moverse, tiraba la pelota en curvas serenas o en rectazos potentes. Ya a la mitad del juego, espectadores y contrarios se daban cuenta que, cuando Teodoro conseguía lanzar con toda su fuerza, era imposible darle recio a la pelota. Lo aplaudían. Ya estaban diciendo que él era lo mejor que había dado La Guaira como pelotero, que aquel muchacho era grande.
-¡Adiós!- dijo Luciano- pero si él nació en Caracas.
- Pero es de aquí- dijo el negro Jesusito. - Bien sabes tú que es de aquí, de la cuerda tuya, siempre jeringando en la Plaza Lourdes y molestando a la gente. Guaireño. Guaireño templado y echador de varillas.
Para Teodoro el sonido de los aplausos era una brisa buena. Así ganaré siempre, pensó. Siempre...
Efectivamente, el "Nueva York" ganó ese dfía- estreño de Teodoro Guillén- por 3 carreras a 1.

1 comentario:

  1. ¿Por qué tan corta? Necesito saber en si de que trata la historieta.______.

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