martes, 29 de junio de 2010

Cuerpo de la palabra: gestación del canon literario venezolano en Formación y proceso de la literatura venezolana de Mariano Picón Salas.

Mariano Picón Salas aborda la literatura venezolana en dos momentos particulares de nuestra historia: 1940, cinco años después de la muerte de Juan Vicente Gómez y cuatro de su regreso a tierras venezolanas desde su exilio en Chile; y 1961, año en que escribe la coda de Formación y proceso de la literatura venezolana, escrito en 1940. Es decir, tres años luego del restablecimiento de la democracia en Venezuela y siete de su regreso de México y Estados Unidos. Consideramos que los avatares del exilio y el regreso, el poner orden en el corpus literario venezolano, mueve al autor a plantearse su escritura. Las vicisitudes políticas lo perturbaron, y todo regreso a la nación significó un afán de crear, establecer, fundar desde diferentes ámbitos órganos culturales en el país. Su búsqueda gira hacia el establecimiento de una Institución literaria. La misma, parte de premisas sustentables de donde surja una obra: Para que un texto sea literario, no es suficiente que posea determinados rasgos. Es necesario acercarse a él con cierto hábito de expectación, siguiendo ciertas normas (históricamente diferenciadas); en un palabra, haciéndolo objeto de cierto comportamiento (Brioschi/Di Girolamo, 2000:13). Picón Salas se acerca a la literatura desde la premisa de la creación de un corpus literario, un canon que nos identifique como Nación. Venezuela apenas iniciaba su entrada al siglo XX: Podemos decir que con el final de la dictadura gomecista, comienza apenas el siglo XX en Venezuela. Comienza con treinta y cinco años de retardo. Vivimos hasta 1935 como en un Shangri-La de generales y de orondos rentistas que podían ir cada año a lavar o intoxicar sus riñones en las ternas y casino europeos; o por contraste, en una fortaleza de prisioneros y en el descampado del espacio rural-llano, montaña, selva- donde el pueblo hacía las mismas cosas que en 1860; sembraba su enjuto maíz, comía su arepa y su cazabe; perseguía alguna vez al tigre y la serpiente, o escapaba de las vejaciones del Jefe Civil. Los desterrados, principalmente los jóvenes que regresan a la muerte del tirano, traen de su expedición por el mundo un mensaje de celeridad. Era necesario darle cuerda al reloj detenido; enseñarle a las gentes que con cierta estupefacción se aglomeraron a oírlos en las plazas públicas y en las asambleas de los nacientes partidos, la hora que marcaba la Historia (Picón Salas, 1983:17) No queda por fuera la literatura, que aborda desde la esfera de quien padece el poder y también de quien lo detenta. Quiero decir que en la obra que pretendemos analizar, Picón Salas incluye a quienes apoyaron las dictaduras y a quienes las padecieron. Su orientación crítica gira hacia el establecimiento de un país plural en el corpus de su literatura, y en la conformación de esa literatura. Nos planteamos abordar la literatura como elemento fundacional del imaginario cultural venezolano en Picón Salas: Deseando señalar tendencias, más que personas, tomaremos algunas obras típicas, es decir, las que marcan un nuevo matiz, un aporte diferenciado, en nuestra historia cultural. Prescindimos de varios nombres propios no por desdén-admiramos profundamente a los que en nuestro país, donde la Literatura es carrera de sacrificio, tienen la voluntad de cultivarla-sino, sencillamente, para conservar en sus grandes líneas el esquema de dicho proceso. (Picón Salas,1984: 165). Esas obras las plantearemos en el transcurso del trabajo. Nos proponemos hacer un mapa crítico de la imaginación a partir de Formación y proceso de la literatura venezolana, analizando los logros de nuestra literatura como posturas morales, pedagógicas y fundacionales, según el planteamiento del autor y con vistas a analizar el concepto de obra que plantea, tomando en cuenta el planteamiento de Brioschi y Di Girolamo: la literatura no es una mera colección de textos, sino de “obras”; es decir, de textos recibidos, leídos y transmitidos según un conjunto peculiar de reglas (ibid, 13). Para estos autores citados anteriormente hay diversas condiciones para designar una idea o concepto de obra, para analizar a Picón Salas y su libro, partiremos de las condiciones pragmáticas: En sí mismo, el uso del texto ha de apoyarse en motivos válidos para que una comunidad decida acogerlo y de vez en cuando renueve tal aceptación. L propuesta de lectura y análisis de la literatura por parte de Picón Salas cumple con estas premisas.
Refiriéndose a los gobiernos de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez (que cubren un período histórico que va desde 1899 a 1935), y al lugar que ocupó el escritor en esos períodos, Picón Salas nos señala lo siguiente: En los treinta y seis años de las dos Dictaduras, los escritores y artistas reaccionaron de dos maneras: plegándose al conformismo oficial o rebelándose contra él en la soledad, el exilio y la desesperación. Optimismo ciego y bien pagado y enconada amargura y corrosiva tristeza fueron así las notas dominantes del trabajo literario venezolano en aquel período. Como en la Italia de la Contrarreforma, que sucedía al libre Renacimiento, la frase vacía, el versecillo trivial y melódico, suele ocultar la pobreza del contenido. Periódicos locales acogen lo que pudiera llamarse una Literatura epicena, sin pasión y sin opinión. El discurso frondoso, los versos galantes, la Historia heroica, detenida siempre en el narcisismo del pasado, fueron formas críticas de esa expresión cultural (Picón Salas: 164,165). La crítica de Picón Salas a la literatura escrita en este tiempo histórico es contundente y dura. No es una literatura considerada de valía por él, ni que genere aportes sustanciales a la formación de la Nación. Un poco más adelante, nos dice: Frente a la Literatura oficial, a veces penetraba en el país una peligrosa literatura clandestina, como la de los panfletos de Pedro María Morantes (Pío Gil) contra Castro o Gómez; las obras de Rufino Blanco Fombona y las famosísimas Memorias de un Venezolano de la Decadencia, de José Rafael Pocaterra, al final de la época gomecista. Desde el movimiento estudiantil del año 28, que recogió en las cárceles o dispersó en el extranjero numerosos grupos de jóvenes, la crítica contra la Dictadura empieza a llenarse de contenido social; a la luz de nuevos métodos históricos, se aspira no sólo a censurar a Gómez, sino a estudiar también el proceso de la historia venezolana (ibíd.). Picón Salas hace una clara diferencia en cuanto a la literatura escrita bajo la anuencia de las dictaduras y aquella que se le opone. Ahora bien, ironiza las virtudes de la primera, más no menciona ninguna en la segunda, sólo una: el elemento crítico en ella. Picón es de aquellos que vive el exilio a partir del año 23, y regresa con el afán de hacer un proceso a la Historia y a la Literatura (cosa que hace). ¿Es sólo entonces el elemento crítico la virtud de la literatura escrita en el exilio?, ¿no hay un señalamiento a los logros estéticos? Jesús Semprúm, en su Crítica Literaria, hace dos señalamientos importantes. El primero, en el capítulo La revolución de la independencia y la literatura: No obstante que apenas nos aparta un siglo de ella, escasas noticias dignas de fe poseemos de la sociedad venezolana de 1810, porque las más de esas noticias están escritas casi todas por personas a quienes su particular interés obligaba a describir las costumbres con ciertos paliativos, sino era la influencia del medio, el ambiente de hipocresía social y cierto recóndito candor, no exenta de interesada indulgencia para interpretar los hechos en que acaso el mismo narrador había tomado parte, deformando el cuadro (Semprum, 1956: 25). Los poco más de cien años de distancia entre 1810 y principio del siglo XX no atestiguan muchos cambios. La interpretación de los acontecimientos históricos y literarios acaecidos en tiempos de las dictaduras es realizado por un hombre que padece el exilio y regresa con una formación profesional diferente a la conocida en tierras venezolanas (Picón realiza estudios de Historia en Chile, en donde residió y se formó en su primer exilio). ¿Cuenta su proceso a la literatura venezolana con ese candor que señala Semprum? En su crítica al proceso dictatorial, no. Pero en su planteamiento y análisis de la formación de nuestra literatura, quizás sí. El mismo Semprum nos dice de los tiempos de la independencia: La literatura, arte que debe traducir y exponer con suma claridad el estado de ánimo de los pueblos, sus costumbres y sus aspiraciones, no existía entonces, propiamente hablando. La Capitanía general era pobre, áspera, supersticiosa e iletrada. Por más que digan algunos hispanizantes, la instrucción del pueblo era mirada con recelo vivísimo, no sólo por el gobierno español, sino por la clase de los criollos ricos, burócratas, y propietarios, quienes aspiraban a adueñarse de económicamente de la colonia. La enseñanza que recibían los alumnos de la Universidad de Caracas era precaria y absurda. Faltaban maestros idóneos, faltaban libros. Las condiciones en que vivía la sociedad de la colonia no eran, además, propicias al desarrollo de ninguna rama literaria. (Semprum, ibid, 26). Como vemos, la crítica que realiza Semprum a los tiempos primigenios de la literatura de nuestra República no es muy distinta a la que realiza Picón Salas a la literatura en tiempos de dictatoriales. Y esa crítica se extiende a todo el corpus de su libro. Picón Salas deja, de manera evidente, por fuera, la literatura escrita por partidarios del régimen (con pocas excepciones) y se dedica en su Formación y proceso a señalarnos los avatares y logros de los autores que padecieron cárcel, exilio, o un silencio forzado. Hace un balance de las obras escritas por el antigomecismo. Picón Salas escribe desde una postura: la que otorgan las libertades democráticas restablecidas con la muerte de Gómez, pero también desde una propuesta de nación evidenciada, según él, por nuestra literatura. Escribe desde la visión, según Foucault, del intelectual universal: El intelectual “universal” derriba del jurista-notable, y encuentra su expresión más plena en el escritor portador de significaciones y de valores en los que otros pueden reconocerse (Foucault, 1999: 51). La pregunta sería, ¿quiénes pueden reconocerse? Aquellos que triunfan un empiezan a tomar el poder a partir de la caída de la dictadura de Juan Vicente Gómez.
Bajo la premisa de determinar qué tipo de Institución y de Obra Picón Salas aborda su libro, pretendemos analizarlo.








Vuelta a la patria: acercamiento y análisis de obras. Propuesta de una tradición
Formación y proceso de la literatura venezolana está divida en su análisis por géneros literarios: novela, poesía y crítica. En cada una de ellas hace un énfasis en su matiz histórico, en cómo la historia vive y late en estas obras. En su análisis de la novela, Picón Salas menciona las siguientes obras: Política Feminista (1913), Vidas Oscuras (1916), Tierra del Sol Amada (1919), Cuentos Grotescos (1921), La casa de los Abilas (1946) todas de José Rafael Pocaterra; Ifigenia y Las Memorias de Mamá Blanca; Tierra Talada, de Ana Pérez Guevara; Guataro, de Trina Larralde; El Último Solar o Reinaldo Solar, La Trepadora, Doña Bárbara, Cantaclaro, Canaima, Pobre Negro, todas de Rómulo Gallegos. Las obras de Pocaterra aparecen mencionadas con fecha de la edición de las mismas, no los referentes bibliográficos de los otros autores, ni siquiera las de Gallegos. Picón no distingue en términos de categorías a la Historia, incluyendo la Novela histórica y al ensayo; son mencionadas las obras, Biografía de José Felix Rivas, de Juan Vicente González y Venezuela Heroica, de Eduardo Blanco como las más destacadas del siglo XIX y de mayor influencia en el comienzo del XX. La guerra de independencia aparece mencionada en Patria, la mestiza, de Pocaterra (otra vez) y de la temática en la obra de Gallegos; la misma presencia de la Historia la menciona en Terra Patrum, de Luis Correa y en obras de Ramón Hurtado. La obra de José Antonio Ramos Sucre aparece mencionada como la de un prosista, no como un poeta, y haciendo énfasis en su exaltación de figuras de la independencia. La obra de Enrique Bernardo Núñez aparece de manera destacada: Después de Ayacucho (1821), Ensayos biográficos (1928), Cubagua (1932) y otras obras sin fechas. Sí señala una frontera entre la Novela y la Historia, abordando elementos intergenéricos: Sucre, de Juan Oropesa; El viaje stendhaliano, de Luis Correa; Geografía Espiritual de Venezuela, de Felipe Massiani. Todos los últimos, sin fecha de edición. La figura de Arturo Uslar Pietri se lleva un galardón con Las lanzas coloradas y un libro de cuentos, Red. Señalados dentro de la promoción de Uslar, y marcando un giro ya de contemporaneidad, tenemos las obras de los siguientes autores: Mene (1936), de Ramón Díaz Sánchez; y Áspero (1925), de Antonio Arraiz. Las obras de Julián Padrón, la Guaricha y Madrugada, son mencionadas sin fecha de edición. Luego, obras de Meneses, como Canción de negros y La balandra Isabel llegó esta tarde y Fiebre, de Miguel Otero Silva. De último, Noche de Indios, de Luis Alberto Paul y Julio Garmendia, con Tienda de Muñecos. Muchos otros nombres son mencionados, en su mayoría jóvenes de la generación del 28: Pedro Sotillo, Carlos Eduardo Frías, por decir algunos.
Picón Salas aborda la narrativa venezolana desde la que es considerada tal vez como su forma mayor, la novela, dejando de lado el cuento. Y hace énfasis en el establecimiento de una relación simbiótica entre Historia y Literatura, es decir, la literatura como testimonio de los cambios y avatares de la nación en su conformación y establecimiento. El afán fundacional es capital en lo planteado por Picón Salas. Las figuras de Pocaterra, desterrado de muchos años en tiempos del gomecismo; Rómulo Gallegos, gestor de una idea de nación a partir de un proyecto novelístico; Arturo Uslar Pietri, con una obra que exalta los tiempos de la independencia con Las lanzas coloradas; Guillermo Meneses, talento nuevo que surge de las entrañas del país y Enrique Bernardo Núñez, con las obras mencionadas más arriba, son las figuras más destacadas para el autor. Las figuras que representan dos de las influencias estéticas más importantes en todo el siglo XX como son José Antonio Ramos Sucre y Julio Garmendia son apenas mencionadas. Ramos Sucre es exaltado por sus alusiones a los próceres, no por su prosa de imaginarios sublimes. A pesar de compararlo con Baudelaire, esto no es considerado uno de sus mayores logros. El simbolismo no funda nación. Con respecto a Julio Garmendia, el caso no es muy distinto, solo una nota a pie de página en donde dice: volvió a publicar en 1951 una excelente colección de cuentos. Con respecto a la figura de Otero Silva, hay un señalamiento claramente ideológico: para Miguel Otero Silva, poeta y novelista, la Literatura comenzó siendo un medio de propaganda social. La marcada tendencia sectaria restaba un poco de objetividad a los movidos cuadros, un tanto cargados de color en su novela Fiebre. Del espectáculo del mundo, él recogió-según nos dice- “los restos anochecidos de hambre; las manos encallecidas de miseria, las almas curvadas de injusticia, las voces amanecidas de odio”. Fiebre marca en la novelística venezolana un tipo de narración revolucionaria que parece habrá de tener ulterior desarrollo en los agitados días que vivimos (Picón Salas, 1984:175).
Al abordar la poesía, Picón Salas señala un elemento unificador: lo numerosos. Lo divide en tres grupos esencialmente: Los humoristas, aquellos que finalizan el modernismo y la vanguardia. Entre los primeros tenemos a Francisco Pimental (Job Pim), y Leoncio Martínez (Leo); entre los segundos a Andrés Eloy Blanco, Luis Enrique Mármol, Jacinto Fombona Pachano, Fernando Paz Castillo, Antonio Arráiz y Alberto Arvelo Torrealba, Rodolfo Moleiro destacan entre otros. Las figuras femeninas son mencionadas aparte, como un apreciable grupo de poetisas: Enriqueta Arvelo Larriva, Luisa del Valle Silva, Ana Mercedes Pérez, Luz Machado de Arnao y Pálmenes Yarza. Y hace una mención especial de lo que ocurre en Mérida o San Cristóbal (¿por qué no mencionar a otras regiones del país?, ¿desconocimiento?). Los terceros del grupo, los vanguardistas, las figuras de Ángel María Queremel, Luis Fernando Álvarez o José Ramón Heredia son mencionadas con especial énfasis, hoy poetas olvidados y esperando por su rescate. Vicente Gerbasi, Juan Liscano, Ida Gramcko, Luis Pastori, Ana Enriqueta Terán son señalados como los más importantes. ¿Por qué ahora sí aparecen Terán y Gramcko mencionadas no como conjunto femenino sino como parte de toda una generación o grupo? Nuevamente, las tendencias marxistas son vistas con sospecha: Carlos Augusto León y Miguel Otero luchan por una Poesía social, de fervor proletario, que a veces cae en el poema-manifiesto (Picón Salas, 1984:182). Y si bien hace un análisis detallado de las influencias de la generación española del 27 en nuestros poetas, la idea de vanguardia aun es vista con escepticismo: La palabra “Vanguardismo” que desde 1930 se empezó a aplicar a estas últimas promociones poéticas contenía, pues, una suma de elementos heterogéneos cuya definición en el panorama general de nuestra cultura aún resulta difícil (ibid).
La crítica es analizada desde un principio señalando las influencias del positivismo en los principios del siglo XX y su existencia todavía en la década de los años treintas. Señala una oposición: el idealismo, que ya empieza a establecer escuela. Jesús Semprum es señalado como su figura más alta. Le siguen Luis Correa, Manuel Díaz Rodríguez, Luis Beltrán Guerrero, Augusto Mijares, Mario Briceño Iragorry, entre otros. Me llama poderosamente la atención que Picón Salas nunca aclara a qué se refiere con crítica. Veo que en ella, en ningún momento, con la clara excepción de Semprum, se hace alusión a crítica de la literatura. Augusto Mijares, Alberto Adriani, Rómulo Betancourt, son señalados esencialmente como críticos políticos y sociales, no literarios. La idea de pensar el país, refundarlo, la construcción de un imaginario de nación es prioritaria al análisis de obras literarias y sus aportes estéticos. Como capítulo aparte no deja de señalar a la Historia. Hace un reconocimiento a los aportes de Gil Fortoul, Arcaya, Vallenilla Lanz, pero los confronta con la de Augusto Mijares y con una visión que intenta recuperar dos acervos: Nuestro pasado histórico general y nuestra herencia hispana: Vicente Lecuna, Parra-Pérez, Parra León, Briceño Iragorry son sus figuras más importantes.
Picón Salas finaliza su estudio con estas palabras: Los últimos cuatro años-1936-1940- , que señalan, como ya lo hemos dicho, la revelación de una nueva conciencia nacional más activa e impregnada de voluntad transformadora, han influido sobre el espíritu público aportando problemas, reemplazando el bizantinismos literario de ayer por una fecunda actitud interrogante ante la tierra y el destino común. Una como reciente ansia de precisión y definición del pueblo, la raza, nuestra capacidad económica y humana, determina, de este modo, las meditaciones de muchos escritores jóvenes. Lo que habrá de surgir en este momento de anhelo e inquietud patética en que el problema nacional se complica con el tremendo problema mundial, ya entra en el marco de la imposible profecía. Quise sólo dejar en este breve libro el testimonio de varias generaciones y numerosos hombres que lucharon por crearnos una patria moral, sin la cual no tenía validez ni expresión nuestro inmenso ámbito geográfico (Picón Salas, 1984:188). Luis Barrera Linares nos dice con respecto a Picón Salas: …Picón Salas hace énfasis en el hecho de que los gustos de una época, de un grupo o de alguna individualidad, puedan ejercer y dictaminar juicios definitivos para la evaluación crítica de un proceso literario, fenómeno que algunas veces obliga a la crítica a hacer concesiones vinculadas con la inmediatez contextual, con ciertas tradiciones familiares, o con otros aspectos que terminan condicionando e imponiendo, desde fuera, la valoración de la literatura (Barrera Linares, 2005:96). ¿No ocurre lo mismo con la valoración de muchos autores del corpus de Formación y proceso de la literatura venezolana en Picón Salas?, ¿No hay una preeminencia de los apartados por la dictadura?.











El idealismo político y las propuestas escriturales
¿Cuál es el canon que nos propone Picón Salas en Formación y proceso de la literatura venezolana?, ¿ desde que idea de Institución y de obra nos habla?. La crítica impresionista (Aullón de Haro, 1994:19) con que aborda la literatura venezolana, no es de índole abierta aunque en una primera lectura parezca serlo: Además, la literatura parece desempeñar una función un tanto peculiar en el plano histórico y antropológico. El uso repetido, en efecto, eleva los objetos y hechos resaltados más allá de su contexto temporal, proyectándolos sobre un fondo de origen en una cultura jerarquizada, fundada sobre la transmisión permanente de comportamientos tradicionales. Pero, así como en una sociedad determinada los textos sagrados forman un corpus cerrado y una ley puede abrogar otra ley, la literatura presupone un corpus abierto, que se puede enriquecer hasta el infinito (Brioschi/Di Girolamo, 2000: 22). El corpus que propone Picón Salas no es abierto, pues deja obras del período estudiado (1899-1961) por fuera y otras no son señaladas con el énfasis con que otras sí. Picón aborda la literatura venezolana desde una condición de ensayista y crítico, pero esa crítica aun así es parcial, politizada y centrada en la postulación de una visión de país distinto al conocido en los momentos en que fue escrita la obra, dando una condición de poder a su autor a partir del establecimiento de una idea de obra adecuada para la nación, más que determinando de una forma de ser del venezolano. En Picón Salas se da el siguiente planteamiento: él es, finalmente, quien produce las obras que leeremos, quien elabora los nuevos paradigmas de estilo y sensibilidad a los que en cada ocasión se pueden traducir literalmente las nuevas condiciones de la experiencia colectiva e individual que toman cuerpo en la historia; él es quien decide la destinación literaria y las modalidades de lectura de sus escritos en el mismo momento en que los proyecta y bautiza con la locución “novela”, “poesía”, o “tragedia” (Brischi/Di Girolamo, 2000:28). Picón Salas cumple con su labor de crítico, y en ella propone una lectura de nuestra literatura que testimonio el crecimiento de una nación, su gestión en el marco de las naciones del mundo, su formación como colectivo desde una premisa democrática, y abierta al establecimiento de instituciones, que el mismo autor se dedica a fundar: la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela, el INCIBA, el Pedagógico de Caracas, entre otras. Es un crítico: el crítico es sobre todo un mediador que tiene la tarea de orientar al público tanto con su juicio, como también con sus interpretaciones. Nos familiariza con la obra, introduciéndonos a una lectura más consciente, guiada por puntos de referencia significativos (Brioschi/Di Girolamo, 2000: 57). En su crítica hace distinciones entre obras que determinarán la formación personal y universitaria de los habitantes de una nación. Para Picón, obra, es sinónimo de gestación de una conciencia colectiva. Institución, la conformación de un entramado que sirva de columna vertebral a esa idea colectiva del ser individual y universal. En canon que propone Picón Salas cuenta con las siguientes características de exclusión: la literatura femenina y los extremos políticos: la derecha, herencia del gomecismo y la izquierda, representada en su corpus por la figura de Miguel Otero Silva. Más que exclusión, tienen una razón de ser periférica, pues con comprenden un afán fundacional ni la creación de un imaginario acorde con sus planteamientos de país. Todo canon tiene elementos excluyentes. Aunque Sullá lo defina como: una lista o elenco de obras consideradas valiosas y dignas por ello de ser estudiadas y comentadas (Sullà,1998:11), en donde las obras propuestas alcancen un ámbito de referencias importante: los libros canónicos gozan de privilegios que los distinguen de los excluídos: la canonización los encierra en su tiempo y fija su letra (la sacraliza), que es objeto de minuciosa exégesis, aunque se da la paradoja de que esta condición los libera a su vez de la época y permite que hablen a lectores e intérpretes de otros tiempos: siendo cada libro importantes en sí mismo, se integra en una totalidad a la que confiere y de la que recibe sentido (la Biblia); y finalmente, esa totalidad adquiere una capacidad inagotable de significación, que se adapta a todas las épocas y situaciones, permaneciendo el texto invariable (Kermode, 1988:115-116; también 1985:62, 78-79. en Sullá, 1998:19). La obra de Picón Salas aspira a la canonización en el marco de su propuesta de lectura del corpus imaginario de la literatura de una nación.
Picón Salas aborda políticamente su obra, y las obras que estudia en ella. Las propuestas escriturales están determinadas por el matiz de carácter fundacional, democrático, que haya padecido la dictadura, y esté en trance de establecer las bases institucionales del corpus literario de un país en un tiempo determinado y con vistas a permanecer en el tiempo. Ante ello, podemos considerar la propuesta de Bloom: Uno sólo irrumpe en el canon por fuerza estética, que se compone primordialmente de la siguiente amalgama: dominio del lenguaje metafórico, originalidad, poder cognitivo, sabiduría y exuberancia en la dicción (Bloom, 1995:25-51). Consideramos que estos planteamientos no han sido aplicados a las obras abordadas por Picón Salas. No decimos que no los poseen, digo que el marco en el que se consideraron las obras no es éste, no es de matiz estético y por tanto el canon literario propuesto por Picón Salas en Formación y proceso de la literatura venezolana debería ser revisitado nuevamente.



















Propuesta de un canon y su relectura. Historia y escritura en la fundación de un imaginario democrático.
En su Coda al libro, de 1961, Picón Salas aborda la literatura venezolana desde nuevos elementos, centrándose en lo literario, con vistas a acallar discusiones de otra índole dentro de la literatura: Pero no hacemos un estudio sociológico, sino literario, y bastará-con la enunciación del fenómeno-, detenerse en otros aspectos recientes de nuestra vida cultural. Quizá el autor deba reparar con cierta melancolía cuántas pasiones y fanatismos de índole ideológica dividen más a los escritores que hace veinte años, y no logramos con nuestra literatura formar una libre y serena sociedad de espíritus al servicio del país. Se suele confundir en algunos críticos la obra del autor con la bandera y la tienda política a la que pertenece (Picón Salas, 1984:190). El país es otro, pero los debates no han desaparecido. Nuestro autor quiere centrarse entonces en los elementos estéticos fundamentalmente a la hora de abordar su análisis. En esta Coda, Picón hace énfasis en nuevos elementos como los son las ediciones de la Presidencia de la República, la importancia de las fundaciones, como la Fundación Mendoza, y la reedición de obras significativas. Como primer elemento aborda la Historia, tema con el que finalizó su trabajo en su edición primera, y señala obras como Esta tierra de Gracia, de Isaac J. Pardo; el análisis de nuestra historia colonial, como el realizado por Graziano Gasparini, y la reedición de obras de historiadores del siglo XIX, como Fermín Toro, entre otros. Suma una rama del saber olvidada en la primera edición: la Filosofía, con la figura señera de Juan David García Bacca, y la de los estudios lingüísticos y estilísticos, con Orlando Araujo, Edoardo Crema, Ulrich Leo y Oscar Sambrano Urdaneta, sin dejar de destacar a Ángel Rosenblat y su Buenas y malas palabras. Aborda otro género olvidado: el teatro, y hace un énfasis sin igual en la poesía venezolana: Ida Gramcko, Elizabeth Schon, Alfredo Silva Estrada, Guillermo Sucre, entre las nuevas voces y señala nuevas obras de poetas ya citados anteriormente. Hay un destacar el cuento paralelo a la novela: Si hay algún género en nuestra historia literaria que habría menester detenido el examen, es el cuento, desde su brillante iniciación modernista en 1895, siguiendo con los grandes nombres de la generación de 1910, como Gallegos y Pocaterra, deteniéndose en el aporte temático y estilístico que trae un Arturo Uslar Pietri en tan hermosos libros como Red y Tiempo de contar; Antonio Arráiz, en sus Cuentos de tío tigre y tío conejo; Ramón Díaz Sánchez, en Caminos nocturnos y La virgen no tiene cara; Guillermo Meneses en La balandra Isabel llegó esta tarde. Después de 1940, con influencias más cosmopolitas, el cuento venezolano parece haberse hecho más críptico, más ansioso de sorpresas y enigmas, y tanto Díaz Solís como Márquez Salas, Armas Alfonso y González León trabajan sus relatos con sumo rigor estilístico (Picón Salas, 1984:194). En ningún momento nombres como el de Julio Garmendia, salen a relucir. Y su abordaje del cuento en la edición primera de 1940, no contempla el cuento como algo significativo. La novela, consideremos, es más fundacional, el cuento, ya expresa los avatares de una nación o proyecto de nación que intenta no hacer aguas La novelística señala nombres mencionados, con nuevas obras: Pocaterra, Uslar Pietri, Meneses, Otero Silva (a quien ya no llama la atención por sus posturas ideológicas). Con respecto a la figura de Teresa de la Parra, menciona lo siguiente: Algunas escritoras- Antonia Palacios en tan hermoso libro autobiográfico como Ana Isabel, una niña decente; Lucila Palacios en El corcel de las crines albas, y Gloria Stolk en diversos relatos-parece continuar la tradición que abrió tan brillantemente Teresa de la Parra, aunque los problemas de un mundo más sacudido por ideologías y conflictos colectivos ya no puede circunscribirse a la encantadora introspección de Ifigenia y Memorias de Mamá Blanca. En la Literatura venezolana de siempre, será Teresa de la Parra uno de nuestros grandes clásicos (Picón Salas, 1984:196). Hay una visión sexista de la literatura que deja por fuera el elementos femenino para el establecimiento de un corpus fundacional. No son consideradas éstos libros como obras, y por tanto no son consideradas las primeras en el canon
En su Coda (1961) a la obra Formación y proceso de la literatura venezolana, Picón Salas cambia crítica por ensayo. Nos preguntamos por qué. ¿Ya el país, luego del paso de los años y la creación de mayores instituciones, ha dejado de percibirse de manera crítica?, ¿ahora es posible el acuerdo, el pacto, en ensayar libremente sin el afán fundacional de una idea de lo venezolano?. El género ensayístico es abordado con pasión por Picón Salas: La obra ensayística venezolana de los últimos veinte años merecería, por lo menos, tanta consideración como la que se otorga al cuento y la novela. El auge del ensayo-como lo dije alguna vez en una conferencia de la Universidad Santa María-se debe al anhelo de rápida y vivaz orientación en el laberinto por donde nos conduce nuestra época. Le pedimos al ensayista que resuma y nos presente las ideas que configuran nuestro tiempo o nos ilumine con presteza la circunstancia en que estamos metidos (Picón Salas, 1984:197). La orientación del ensayo es con respecto a los avatares político-sociales de la nación, no según los planteamientos estéticos de la literatura. Picón Salas suma en el género del ensayo, la historia y la crítica, pero dejando de lado las valoraciones estéticas. La alusión al ensayo que hace el autor no va dirigida específicamente a la literatura, sino más bien a la historia y la política (con excepciones como la de Rosenblat).
En la misma Coda, hay una crítica señera a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez: En este lapso, el proceso democrático, que parecía asegurarse a partir del gobierno del General Eleazar López Contreras, fue interrumpido por el penoso interregno dictatorial de 1948-1958. El desarrollo de la industria petrolera, el mayor impulso industrial y agrícola, la inmensa oleada de inmigrantes que llegaron a Venezuela después de la segunda guerra mundial, tornaron a la nación más poblada y rica; pero la ostentosa megalomanía de una dictadura como la de Pérez Jiménez no supo aprovechar los cuantiosos recursos a la altura de las necesidades humanas (Picón Salas, 1984:189). Hay una crítica a partir de una posición ideológica enfrentada a otras: el militarismo, el positivismo, la dictadura. Pero esa visión ideológica deja por fuera obras que deberían ser consideradas estéticamente, en donde la construcción de un país sea lo más plural posible. En la propuesta de Picón Salas, adecuada o no en términos políticos, no puede dejar de valorarse la literatura desde una visión literaria, en donde los aportes sean sustanciales en ese sentido. Encontramos variaciones en cuanto a la importancia de algunos géneros según la importancia que el autor en un tiempo específico de la historia del país, le asigne y eso afecta significativamente la apreciación en el tiempo y en la construcción de un imaginario de país.
Consideramos que en la obra de Picón, incluida su extensión del año 61, presenta sincronías con los avatares histórico-políticos acaecidos por el país desde 1899. Más aún, hay un insistente afán de fundar un imaginario de nación de características democráticas, pero en denuedo de los aportes que otras líneas ideológicas en el ámbito literario social, político y literario.
La propuesta de tradición por parte de Picón Salas pretende hacer énfasis en las ciencias sociales (historia, filosofía, política), en el protagonismo de la narrativa en retratar los padeceres individuales y colectivos de los habitantes del país, y en la exaltación lírica. La crítica literaria, según valores estéticos, sigue sin considerarse realmente.



Bibliografía
Aullón de Haro, P (edición). Teoría de la crítica literaria. Trotta: 1994
Barrera Linares, L. La negación del rostro. Caracas. Monte Ávila editores:2005
Brioschi, F/Di Girolamo, C. Introducción al estudio de la literatura. Barcelona. Ariel: 2000
Foucault, M. Estrategias de poder. Obras esenciales, Volumen II. Barcelona. Paidós: 1999.
Picón Salas, M. Viejos y nuevos mundos. Caracas. Biblioteca Ayacucho: 1983
Picón Salas, M. Formación y proceso de la literatura venezolano. Caracas. Monte Ávila editores: 1984
Semprum, J. Crítica Literaria. Caracas. Ediciones Villegas: 1956
Sullá, E (compilador). El canon literario. Madrid. Arco: 1998
Uslar Pietri, A. Letras y hombres de Venezuela.

1 comentario:

  1. ...traigo
    sangre
    de
    la
    tarde
    herida
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazón
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
    para
    compartir
    contigo
    tu
    bello
    blog
    con
    un
    ramillete
    de
    oro
    y
    claveles
    dentro...


    desde mis
    HORAS ROTAS
    Y AULA DE PAZ


    TE SIGO TU BLOG




    CON saludos de la luna al
    reflejarse en el mar de la
    poesía...


    AFECTUOSAMENTE
    RICARDO

    ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE BLADE RUUNER , CHOCOLATE, EL NAZARENO- LOVE STORY,- Y- CABALLO.

    José
    Ramón...

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