Estos días en que te espero leyendo mientras sales. Como muchacho de liceo.
Pido un café, chocolate. Fumo un cigarrillo mientras escribo y leo.
Converso con amigos, vivo la brisa bien llevada del lugar, respondo mensajes y llamadas, adelanto trabajos. Saco copias. Corrijo exámenes.
Como quién espera a una niña salir del colegio.
Con tu presencia siempre en llama y mis ribetes de viejo que se conmueven ante ti.
Esta serenidad que te estremece y también te cerca.
Mi calma que te invade, que espera por tus horas y tus tránsitos, que se sabe.
Esta enseñanza que aleja los infiernos.
Habito tus espacios, los respiro. Soy, en este cafetín, ya una presencia cotidiana. Veo a los perros con bozal, los muchachas etéreas, las tortas, los almuerzos, el señor que lee y fuma como yo en la mesa de al lado, los días de diseño y entregas, la llegada de tantos de otros lugares a rondar aquí.
Soy uno más en este espacio tuyo de biblioteca, de móviles, de fachadas.
Uno que se pliega para ti: te veo con tus aparatos hace años, tus ropas de hippie, tu levantar miradas, tus andares, tus trasnochos, congresos, idas a la playa y la montaña, tus amores, tus escapadas con tus amigas, tu bailes en el Oh Gran Sol, tus arrebatadas en Doors.
Yo despliego la mirada, los instintos.
Me sonrío y aplaudo tu llegada, hermosa, elegante, perfecta, medida.
Agradecido.
Qué bonito eso de esperar como si se tratara de una niña del colegio...
ResponderEliminarEs especial ese cafetín.
Saludos!
Las esperas llegan...
ResponderEliminarpaso a visitarte
ResponderEliminarte abrazo
"Con tu presencia siempre en llama y mis ribetes de viejo que se conmueven ante ti" ¡Qué hermoso!. Me da gusto leer escritos como este.
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