martes, 8 de junio de 2010

Seva y El corazón de Voltaire: Historia y virtualidad en Luis López Nieves

Cuando uno escucha la música del Caribe, uno sabe que hay un mismo sol inundando sus parajes. Cuando digo un mismo sol me refiero a una misma manera de quemarse la piel, de reposar bajo la sombra. Uno siente la región, la vive y la padece. Bajo las mismas preocupaciones (maremotos, tormentas tropicales, mar de leva, tiburones, el turista) básicas, se puede concebir al Caribe como una estancia del tiempo. Digo tiempo, pues la manera que tenemos los caribeños de llevarlo dista mucho de las maneras de otros parajes. Hay veces en que me pregunto si el Caribe no será una poética del puerto. Uno piensa en Marsella, Venezia, Nápoles, New Orleans, Valparaíso, Maracaibo y sabe que hay elementos comunes. Para un caribeño, una literatura como la de Joseph Conrad, Kipling, Stevenson, y por supuesto, Hemingway (y esto solo en el ámbito anglosajón) no le es ajena. La cultura de puerto es la que más se le asemeja. La del tiempo sin final, la del tránsito, metáfora de la vida. Quizás en ello se encuentre la clave. Siento que en la narrativa de Álvaro Mutis, en algunas de sus historias uno vislumbra eso: nada permanece. Hay semejanzas también en el Caribe con el desierto norteamericano o el del Sahara: se transita, es espacio para el peregrino, pero en él se vive también. Sobre los que vivimos en el Caribe quisiera hablar en éste trabajo, pero también sobre la dinámica existencial que eso significa. Llevamos la tragedia y la tristeza a flor de piel, pero esa piel es dulce y fuerte como el ron. Pienso que esa dinámica existencial se puede observar en las obras de Luis López Nieves, específicamente en Seva y en El corazón de Voltaire. La historia brota en cada página, como el sol del Caribe, y lo virtual a su vez, como el elemento de paso en él, que significa rapidez, velocidad, danza de negros. La historia busca retener el tiempo por medio de su reescritura, lo virtual es la constancia del cambio, de la variedad de miradas, de lo veloz del tiempo: es aquello que se escapa entre las manos pero se percibe su eternidad en su misma rapidez. Si bien hay diferencias entre el imaginario del Caribe (¿pero, como definirlo?) y el de un autor, hay veladas y patentes a la vez semejanzas entre lo que López Nieves intenta transmitir por medio de sus historias y lo que vivimos en el andar caribeño. Historia, humor, olvido, memoria, humillación, injusticia se pueden apreciar claramente en su narrativa. Es quizás el signo más inequívoco de la narrativa escrita en el Caribe español: el humor en todas sus vertientes. La podemos apreciar en Lezama Lima, Guillén, Cabrera Infante; en Junot Díaz, en García Márquez; en Salvador Garmendia, Luis Barrera Linares y Salvador Fleján entre nosotros. El Caribe es siempre una cultura abierta al otro, femenina en su ser envolvente. Es una visión del mundo más amplia que la de otros parajes. Aun así, paradójicamente el imaginario es de alguna manera aislado en cuanto a sus referentes con el otro y hacia el otro. Inmersa en el mar, las comunicaciones entre las diversas costas e islas no es mucha. Metáfora de las relaciones en el continente debajo del Río Grande, el Caribe se inserta en una América sin mucha comunicación entre ella. Europa, por guerras y conquistas se conoce, así ese conocerse lleve implicado el odio. Asia se recorrió entera a sí misma de la mano de los Mogoles y de la Ruta de la Seda. Pero América, y en Caribe esencialmente, tan cerca de sí misma, como muchacha de quince años, se mira pero no se toca.
Tanto Seva como El Corazón de Voltaire entra dentro de la tradición caribeña de la reescritura. Y esa reescritura va inserta en la idea del cambio, de la trasformación, de lo nuevo, permanente y eterno en su horizonte.
Pienso que a una obra como Seva no se le ha hecho la justicia que merece. Reescritura de la historia, como un cuento de Borges o de Cortázar la ficción termina haciéndose realidad. Pero a diferencias de El Aleph o Continuidad de los parques, esa ficción que se hace realidad es política. Y hablar de política en Puerto Rico es complicado. País que pasó de las manos españolas a las estadounidenses por medio de una guerra, no hay evidencia de un bregar independentista en pos de una nación independiente en los anales oficiales de su historia. Más esa historia existe, está en el camino interior de una nación, en el boca a boca, en la rabia contenida. Hay un hilo delgado en la vida de los puertorriqueños llamado la historia del silencio. Pienso que hacia esa historia del silencio apela López Nieves en todas sus historias: Seva, El corazón de Voltaire o su novela sobre Ponce de León. Poner a hablar, a bailar a la historia, llenarla de un humor maravilloso para que en la risa surjan las cicatrices y puedan cerrarse o terminarse de abrir. Algo semejante encuentro en Concierto Barroco, de Alejo Carpentier, por ejemplo, una reescritura de la historia a partir de la música y de la historia misma.
Seva (su nombre completo es Seva. Historia de la primera invasión norteamericana de la isla de Puerto Rico ocurrida en mayo de 1898) fue escrito en 1983 y publicado en ese año en el Diario Claridad, de San Juan de Puerto Rico, en diciembre de ese año. Está escrito a manera de crónica periodística y por medio de cartas. Participa entonces de la crónica y de la literatura epistolar, quizás los géneros mayores de este lado del Atlántico desde tiempos de la Conquista hasta el siglo XIX, dejando aparte a la figura señera de Sor Juan Inés de la Cruz. La crónica es género propio de América desde los tiempos de Inca Garcilaso y el género epistolar entre nosotros alcanzar su parangón en tiempos de la independencia. La obra epistolar de Miranda y Bolívar da para ser leída como la literatura fantástica mayor de nuestras costas. De ambas participa López Nieves, que logra desarrollar un estilo igual a las crónicas no ficcionales siendo ficcional su obra. La recreación del autor giro alrededor de Víctor Cabañas, historiador que encuentra una frase importante en una copla popular y empieza a investigar. Su investigación gira en varias partes: la búsqueda del diario del general Nelson Miles, la búsqueda de un mapa de Puerto Rico de 1896 en Galicia y las grabaciones hechas al único sobreviviente de Seva, Ignacio Martínez. En todos los planos, el movimiento, la búsqueda, la rapidez signa su escritura y sus caminos. Y el movimiento en el espacio también: se traslada a Alexandria, cerca de Washington, en Estados Unidos; a Galicia y a las montañas en las afueras de Ceiba, en la costa este de Puerto Rico. Esto va cónsono con el movimiento en el tiempo: la búsqueda de datos que certifiquen que Puerto Rico tuvo una primera invasión en meses antes de la oficial, el 25 de julio. Y en esta invasión, el pueblo de Seva detuvo a los norteamericanos y los derrotó. Motivado a esto, el general Miles decide acabar con el pueblo y borrarlo del mapa:
10 de agosto de 1898
1300 horas
¡Misión cumplida! Hace 4 días sorprendimos al enemigo. Se trataba de cada uno de los habitantes de Seva. Tomamos acción rápida pero el exterminio no fue fácil, a pesar de que éramos casi 4.000 contra 721 (mis 3.000 tropas frescas, más las casi 1.000 que llevaban tres meses en la playa). Debo admitir que opusieron una resistencia feroz, organizada y heroica, digna de nuestra guerra de independencia contra los británicos y a la altura de un Vid o un Wellington. Ni siquiera en Wounded Knee vi yo tantos actos heroicos como he visto en Seva. Por eso he consultado a mi estado mayor y he tomado la siguiente determinación: debemos borrar todo rastro de esta oposición. Hemos tomado los siguientes pasos: murieron 650 durante el combate; habíamos apresado a los restantes 71 (40 mujeres, 8 hombres, 23 niños).Pero ya que es necesario borrar toda huella, al otro día ordené que los fusilaran a todos. Terminamos de quemar y demoler lo poco que quedaba del pueblo (la labor de nuestros cañones había sido minuciosa). Ya no queda huella de su existencia. Tan pronto consolidemos nuestro control sobre todo el país, haré borrar toda mención de Seva de todo expediente, periódico, libro o papel, y lo borraremos de todos los mapas. Me aseguraré, personalmente, de que este pueblo perezca para siempre y de que no pueda renacer convertido en una especie de Álamo.
Luis M. Rivera nos ha hecho varias recomendaciones excelentes: ya que la gente de los pueblos cercanos podría echar de menos a Seva, y para evitar que en el futuro puedan encontrarse siquiera las cenizas del pueblo, deberemos:
1. Construir sobre los escombros del pueblo (y las tumbas de sus habitantes) una base militar, para evitar que algún enemigo de los Estados Unidos de América pueda en el futuro encontrar evidencia de este incidente.
2. Construir otro pueblo en las cercanías, para que los habitantes del resto de la Isla piensen que es el mismo. Luis M Rivera sugiere que tanto la base como el pueblo sean bautizados con el nombre de “Ceiba”. De esta manera, si alguien pregunta por Seva se le responderá: “Usted se equivoca, el nombre correcto es “Ceiba” (en español la pronunciación de estos nombres es parecida).
3. Un detalle: antes de la ejecución, uno de estos negritos (“niggers”) se escapó. Dudo que sobreviva en el bosque porque era un niño. De todos modos, todavía lo estamos persiguiendo. Uno de los oficiales recordó que al niño le faltaba la oreja izquierda. Con esta señal será menos difícil encontrarlo.


Cabañas toma esta carta de los documentos que una descendiente del general Miles posee. La engaña, de la manera más caribeña, diciéndole que es un seguidor de las hazañas de su ancestro. La vena picaresca late y logra su cometido.
Poco después de este descubrimiento, Cabañas se lanza en la búsqueda del sobreviviente. Y lo encuentra, cerrando así su investigación:

17 de enero de 1981
El Duque, Nabuabo
Puerto Rico
Querido Luis:
No sé por qué los acontecimientos más importantes de nuestra vida suelen ocurrir en la forma más casual. Yo estaba tomando café en el balcón de la casa de doña Luca, una viejita muy dulce que vive con su hija en uno de los sectores más inaccesibles del Barrio El Duque, de Naguabo (detrás del Yunque), cuando un mulato alto y muy viejo entró, saludó y pidió café. Se sentó a mi izquierda. Ninguno de los dos hablamos mientras doña Luca buscaba el café. Yo, porque estaba cansado, deprimido y desanimado. Él, porque según supe luego apenas hablaba nunca. Al regresar al balcón con el café doña Luca dijo:
- Don Ignacio, le presento al señor Víctor Cabañas. Es de San Juan y escribe libros.
Don Ignacio se viró lentamente y fue entonces que noté que le faltaba la oreja izquierda. O me excité demasiado porque no era la primera persona sin oreja que había visto en los últimos meses: había sufrido dos falsas alarmas. Di mi taza a doña Luca y pedí más café. Tan pronto ella entró a la casa me acuclillé frente a don Ignacio y dije, frustrado y casi con rabia:
- Usted nació en Seva.
El anciano dejó caer la taza e intentó ponerse de pie. Los ojos se le abrieron de un modo casi grotesco: estaba aterrado. Súbitamente consciente de mi error, lo sujeté por los hombros y le pedí perdón.
- No corre usted peligro, lo juro-dije.
De pronto suspiró, se relajó, y bajó la cabeza. Dijo en voz baja:
- ¡Ya pa qué! Que me maten también.

Abrazos,

Víctor
Luego de este encuentro, graba en cassettes el testimonio de don Ignacio, y desaparece, entregando los documentos a López Nieves.

La búsqueda de Víctor Cabañas es en el tiempo y el espacio y en un tercer tiempo, virtual: la ficción. La historia de Seva es ficcional, más su impacto en lo real es sin igual. El pueblo puertorriqueño, los intelectuales del país creen la historia. Creen la ficción. Y esto significa un cambio de paradigma a la hora de abordar la historia. La verdad de las mentiras, como diría Vargas Llosa, se convierte en realidad. La literatura encarna en la historia. Y lo hace por medio de medios que la modernidad ha signado: la reescritura crítica de la historia, la escritura como portal hacia diversos tiempos y la realidad transformada por la ficción. La unión de la historia con lo virtual.
El corazón de Voltaire fue escrita y publicada en 2005. Veintidós años después que la publicación de Seva. El método ficcional de López Nieves cobra mayor lucidez. Escrita en el ámbito de la literatura epistolar, al igual que Seva, aquí cobra un matiz tecnológico distinto: correos electrónicos. La comunicación, por tanto es mayor y más rápida, y la hilación de la historia, a pesar de la densidad de la información, es veloz y acorde con los tiempos. En el Corazón de Voltaire se hace presente la tradición latinoamericana y caribeña sobremanera: indagar en las culturas ajenas como si fueran propias. Para empezar, es el presidente de Brasil quien conoce datos de la historia de Francia que la embajadora desconoce. López Nieves aborda desde un matiz geográfico (personajes en Brasil, México,Puerto Rico, Argentina), situaciones en esos países como elementos determinantes; el hecho de que los descendientes de Voltaire se encuentren, siendo hijos de emigrados, en Buenos Aires y San Juan. Y un hecho capital: cómo la historiadora de la novela es de origen caribeño, y ese origen determina la velocidad de las investigaciones. Hay un choque cultural entre Roland de Luziers, francés de cuerpo entero e Ysabeau de Vassy, de origen caribeño. Ysabeau es veloz, rápido, impaciente, colérica, humorística, aguerrida. Representa simbólicamente el elemento caribeño en el ámbito de la cultura occidental, representada por Francia. La relación entre ambas, de carácter dialéctico, marca la pauta de la investigación alrededor de dónde se encuentra realmente Voltaire:
A:Dr. Roland de Luziers rluziers@sornonne.fr
De: Dra. Ysabeau de Vassy yvassy@sorbonne.fr
ASUNTO: la tumba de Gustave de Tamerville
FECHA: 13 de febrero de 2003
Doctor Mon Petit de Luziers:
¡Ahora sí que te has vuelto loco! ¿Respetar qué carajo?
¿Qué te pasa?
Hay que exhumar esa tumba cueste lo que cueste, al precio que sea. Te voy a telefonear ahora mismo, tan pronto envíe este mensaje.
Ysabeau
Dra. Ysabeau de Vassy
Professeur d`Histoire
Université de la Sorbonne.
La furia caribeña es sin igual.
Es importante señalar también que en el diario encontrado en el cadáver enterrado en la Abadía, está señalado que Voltaire, al realizar el cambio soñado con Gustave de Tamerville, viajó a Puerto Rico y otros parajes de América, pues tenía curiosidad de conocer éstas tierras. López Nieves llena de matices simbólicos a su novela. La presencia física de Voltaire quiere decir la presencia en carne y hueso de las ideas que propulsaron las guerras de independencia en éstos parajes. No es cualquier cosa:
12 de noviembre de 1777
Voltaire escribe desde Sevilla. Acaba de regresar de un viaje por América. Su destino final fue México porque quería conocer la civilización indígena, pero se detuvo en las islas españolas que están en el camino: Puerto Rico, La Española y Cuba. Narra la primera vez que pisó el “Nuevo Mundo” en San Juan de Puerto Rico, donde el buque se detuvo a buscar agua y alimento. Allí le dieron a tomar una bebida fermentada que llaman “maví” y que le gustó mucho. Describe la catedral neoclásica, las inmensas fortificaciones militares y las espléndidas murallas de la ciudad. Este dato me llamó la atención porque hoy, 226 años más tarde, su único pariente-Gabriel Daumart-vive en San Juan. Dice que se dirige a Madrid, donde estará unos meses.
Al igual que en Seva, la historia se corresponde con lo virtual por medio del espacio y el tiempo: los protagonistas viajan incesantemente, físicamente y virtualmente; además, los saltos en el tiempo, entre el siglo XXI y el siglo XVIII son frecuentes, por medio de la palabra, de edificios (la Abadía), testimonios escritos (el diario) y por medios físicos (el cadáver de Voltaire, el supuesto corazón de Voltaire). Y todo ocurre en un marco de rapidez, de exactitud en el lenguaje, de un laconismo verbal y existencial que no se corresponde a la exploración con el lenguaje, con la experimentación con formas de decir, paralelas al lenguaje periodístico y cibernético. La literatura de Luis López Nieves es re formuladora de paradigmas históricos y lingüísticos como ningún escritor caribeño que use la lengua española desde José Lezama Lima. En él, se plasma un paradigma distinto al que propone Lezama y Carpentier: Quevedo, en vez de Góngora, Garcilaso en vez de Calderón. La tradición hispana está presente en López Nieves, y uno ve las claridades de Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Teresa de Ávila, aunado a la claridad de pensamiento de Juan de Vives, por ejemplo. Hay además una preeminencia de la claridad, de lo prosaico, y de la rapidez: signos inequívocos de una narrativa caribeña en la contemporaneidad. Luis López Nieves logra reformar la lengua española del Caribe, entre muchos de sus aportes.
Tanto Seva como El Corazón de Voltaire, son obras modernas de gran importancia para la cultura caribeña e hispanoamericana. Humor, renovación de la lengua, Historia y virtualidad viven en ellas. Siento que no se le ha prestado la atención correspondiente. Espero este trabajo aporte algo a ese reconocimiento.

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