martes, 22 de mayo de 2012

Diario de Ismael Da Silva (XI)


Sábado, Completas.
Los siguientes mensajes que escuché de Leonor me hicieron perder toda esperanza:

No desembarquen en Araya. Te esperan para capturarte. Remen hasta Paria.

Ismael, están cercados por Oriente. Si desembarcan allá, serán enviados a otra cárcel, de mayor seguridad.

Las filmaciones, grabaciones y notas que has enviado, han llegado incompletas y, creemos, intervenidas.

Alguien entró en tu red y ha colocado información no verídica.

Hay una cámara en tu ojo derecho. Pueden ver todo.

Guarda las tabletas, es lo único que tenemos.


Domingo, Laudes
No he podido dormir en toda la noche. He tratado de alejarme lo más posible de la costa y según mis cálculos debería estar entre Anaco y San Juan de los Morros. Aún así, es un territorio vasto y no tengo idea qué camino tomar. En una coda del camino, me detuve hace un par de horas. Tomé la penúltima cápsula de agua y comencé a narrar nuevamente todo lo que ha acontecido desde mi salida de Araya, hace tantos días. Sé que alguna información ha quedado fuera, pues mi memoria aun no es fiable, pero mucho se salvará de todas maneras.
La grabación no está hecha en digital, sino en analógico. Sé que Candela, al recibir la tableta junto con Leonor, lo descifrará. Así no serán intervenidas mis redes o comunicaciones nuevamente.
Mordiendo un pedazo de madera, me arranqué el ojo derecho. Entre gritos, arranqué la cámara.
Espero llegar pronto a algún poblado. Ya casi no puedo más.



Domingo, hora Prima.
Encontré, en el camino, una antigualla: un Walkman. Paradójicamente, con baterías. Estaba en una vieja tienda en un pueblo abandonado. Revisé la tienda. Encontré algunas bolsas de galletas, y agua. Comí. Luego, intenté grabar en el aparato, pero desconozco como funciona realmente. Revisé la tienda de nuevo. Encontré unas tabletas con cintas que dicen que funcionan en estos aparatos. Lo coloqué, aunque me costó. Hice una prueba de la grabación y funciona. Continué grabando de nuevo todo mi periplo. Necesito varios soportes, y este no puede ser intervenido.


 Domingo, hora Tercia.
Tengo suerte. Encontré a uno de los nuestros. Le entregué el walkman, con las grabaciones que hice. No le dije a donde iba. Se desplazaba en autoaire. Siguió su camino. Sabe que debe entregarlo a Leonor. Quizás sea la única prueba que llegue.

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