Sábado, Completas.
Los siguientes mensajes que escuché de Leonor me hicieron
perder toda esperanza:
No desembarquen en
Araya. Te esperan para capturarte. Remen hasta Paria.
Ismael, están
cercados por Oriente. Si desembarcan allá, serán enviados a otra cárcel, de
mayor seguridad.
Las filmaciones,
grabaciones y notas que has enviado, han llegado incompletas y, creemos,
intervenidas.
Alguien entró en tu
red y ha colocado información no verídica.
Hay una cámara en tu
ojo derecho. Pueden ver todo.
Guarda las tabletas,
es lo único que tenemos.
Domingo, Laudes
No he podido dormir en toda la noche. He tratado de
alejarme lo más posible de la costa y según mis cálculos debería estar entre
Anaco y San Juan de los Morros. Aún así, es un territorio vasto y no tengo idea
qué camino tomar. En una coda del camino, me detuve hace un par de horas. Tomé
la penúltima cápsula de agua y comencé a narrar nuevamente todo lo que ha
acontecido desde mi salida de Araya, hace tantos días. Sé que alguna
información ha quedado fuera, pues mi memoria aun no es fiable, pero mucho se
salvará de todas maneras.
La grabación no está hecha en digital, sino en analógico.
Sé que Candela, al recibir la tableta junto con Leonor, lo descifrará. Así no
serán intervenidas mis redes o comunicaciones nuevamente.
Mordiendo un pedazo de madera, me arranqué el ojo
derecho. Entre gritos, arranqué la cámara.
Espero llegar pronto a algún poblado. Ya casi no puedo
más.
Domingo, hora Prima.
Encontré, en el camino, una antigualla: un Walkman. Paradójicamente,
con baterías. Estaba en una vieja tienda en un pueblo abandonado. Revisé la
tienda. Encontré algunas bolsas de galletas, y agua. Comí.
Luego, intenté grabar en el aparato, pero desconozco como funciona realmente.
Revisé la tienda de nuevo. Encontré unas tabletas con cintas que dicen que
funcionan en estos aparatos. Lo coloqué, aunque me costó. Hice una prueba de la
grabación y funciona. Continué grabando de nuevo todo mi periplo. Necesito
varios soportes, y este no puede ser intervenido.
Domingo, hora Tercia.
Tengo suerte. Encontré a uno de los nuestros. Le entregué
el walkman, con las grabaciones que hice. No le dije a donde iba. Se desplazaba
en autoaire. Siguió su camino. Sabe
que debe entregarlo a Leonor. Quizás sea la única prueba que llegue.
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