lunes, 6 de julio de 2009

Paseante, bookdealer, fanático del béisbol, poeta mayor

Siempre supe quien era Rafael Cadenas. Comencé tarde mis estudios de Literatura, y siendo Administrador, con traje y corbata, leía y releía la Antología Poética editada por Monte Ávila editores. Las fotografías de Cadenas llenaban muchos semanarios literarios, libros sobre él o sobre poesía, múltiples libros. Es uno de los poetas más fotografiados y más fotogénicos también. La primera vez que lo vi en persona, fue en un autobús que bajaba de La Boyera a Chacaíto. Yo trabajaba en la CANTV de la Boyera, que llamaban de El Hatillo, al lado del MacDonald´s. Y lo vi, sencillamente porque yo estaba en el primer puesto y el se sentó al lado. Quería el destino que tuviera en mi morral, junto con la vianda vacía despachada a mediodía, unos poemas míos. Quería enviarlos a un concurso en la CANTV y estaba decidiéndome si hacerlo o no. Y tenía, de golpe y porrazo, a Cadenas al lado mío. Me temblaban las manos. Su expresión era impasible, serena, con el seño marcado como siempre lo ha tenido. Los minutos más angustiantes de mi vida fueron esos: los que recorrieron La Boyera, toda la autopista de Prados del Este, y Paseo Las Mercedes, en donde se bajó. Nunca pude mostrárselos. La tristeza, aunada a una sensación de alivio, me acompañó en el recorrido que quedaba. Entregué mis poemas, nunca gané nada y lo duda surgió en mí: si se los hubieras mostrado, quizás te quitaba todo lo sobrante y....pero no pasó.La segunda vez, unos cinco años después quizás, después de la Semana de la Poesía en su homenaje, de la edición de Bid & Co, de tantos libros de entrevistas, lo volví a ver, muy cerca. Ya era librero en El Buscón y empezó mi trato con él. Cadenas es el mayor Bookdealer de la ciudad, sabe vender libros, sabe las maravillas que tiene y además posee un sentido práctico enorme al comprarlos. Como una vez que se llevó una antología sencilla de un poeta (no recuerdo su nombre), a 2 mil bolívares algo así, y resultó que la traducción era de Rubén Darío. A Cadenas lo llaman callado, taciturno. Es falso: es el hombre más alerta que he conocido. Rafael Cadenas es la sumatoria de un monje shaolín, el Vito Corleone de Marlon Brando, y Yoda, maestro Jedi. Lo creen distraído, y sucede que capta la realidad como una esponja. Sólo he visto su serenidad alterada por tres cosas: que el Magallanes pierda (he escuchado un "coño" salir de su boca), la situación política del país, su mayor angustia en estos momentos, y erratas en los libros.Este hombre de 79 años, guaro, que vivió en exilio, y fue profesor universitario durante tantos años, es para mí, el mayor poeta de la lengua española después de la Segunda Guerra Mundial. Es un poeta mayor, que ha hecho de cada poemario una nueva línea, un nuevo descubrimiento para sus lectores. Rafael Cadenas es un gestador de realidad y de silencio.Esta breve nota no se da abasto para un análisis concienzudo de su obra, que es vasta y maravillosa, sin final. Son apenas esbozos de un contacto con el hombre, con el amigo, que en la mayor muestra de generosidad, no se cansa de leer a los jóvenes poetas, no se cansa de brindar su mano. Como a mí, que me prestó varios libros sobre la obra de W.H.Auden, de quien fue mi tesis de grado. Cadenas, que abiertamente te dice que le muestres lo que escribes; Cadenas, maestro de generaciones, desconocido por tantos en el ámbitos hispano por esas tristes razones llamadas "las políticas del mercado"; Cadenas, a quien Octavio Paz admiraba profundamente, a quien leía con frecuencia, merece que hagamos una sumatoria de voces, de testimonios, de unión de fuerzas y ser postulado al Premio Nobel de Literatura.Así tengamos que acercarnos a Estocolmo.

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