lunes, 6 de julio de 2009

Los cuadernos: formas bisagra

Los cuadernos han formado parte de la literatura en Occidente a partir, en especial, de la modernidad. No son los tratados de antaño, ni los comentarios de antaño. No son un género ni un sub-género, son un espacio en donde escribir. Participan del ensayo, el cuento, el poema en prosa, la crónica, el epigrama, la anotación, el fragmento, la frase, el apunte, el diario íntimo o de viaje, la cita. Para mi el cuaderno es como el espacio en donde, a la hora de escribir, podemos respirar. Equivocarnos, elucubrar, plasmar hipótesis ante nosotros mismos a la hora de escribir e incluso hacer de esto una obra. Obra en donde coexisten múltiples ámbitos que nos seducen, nos hacen señas, nos acompañan en el insomnio en donde nos levantamos o, en la oscuridad del cuarto, buscamos alcanzar la libreta y,sin ver, anotar lo que se nos ocurre.El Spleen de París, de Baudelaire, el Cuaderno de Malte, de Rilke, el Cuaderno Negro, de Lawrence Durrell, los primeros escritos de Octavio Paz, así como sus obras "¿Águila o sol?" y esa obra sin par "El mono gramático", Cuaderno de Lanzarote, de Saramago, Cuaderno Amarillo, de Salvador Pániker, el Manual del distraido, de Alejandro Rossi, los Diarios Literarios, de Alejandro Oliveros son algunos ejemplos.El caso que más me llama la atención es el Cartas de Islandia, de W.H.Auden y Louis Mac Neice. Publicado a finales de los treinta, es una guía de viaje, libro lleno de datos sobre el país, aporte de recetas de cocina o gastronomía, de hábitos y costumbres de las gentes de la isla, epistolario importante y, ante todo, una de las mayores críticas brutales a la modernidad, lleno de ironía y humor, centrada en la figura de Lord Byron. Además de ser la bitácora de las vicisitudes morales, políticas e intelectuales de ambos autores ingleses sumidos en un mundo en donde cada vez más avanzan los facismos y en donde los intentos de ambos de detenerlos por medio de la palabra, fueron vanos.El cuaderno es un espacio en donde la libertad de escribir se plasma sin recovecos. Su semejanza es una Hamaca, gastronómicamante es una Tapa española, que ayuda a preparar el estómago para platos mayores, o un Amaretto, que ayuda a decantar lo engullido.Un cuaderno lleva el signo de Hermes: abre caminos, cierra una puerta y abre otra, establece lazos que antes no habían o no habían sido planteados por el escritor ante su obra. Es la unión de un libro para leer en el avión, comprado minutos antes de salir del aeropuerto y un libro que sabemos que no a todos les gusta pero a nosotros sí, y mucho.Y que puede ser "Muerte en Venecia", de Thomas Mann, por ejemplo.Los cuadernos son formas bisagras. Rompen los moldes, les cuesta el alambre de púa con que a veces nos encontramos al escribir, juega con los géneros literarios a discreción.Asume la bufonada. Ríe.

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